La flora del Parque Nacional Canaima varía según el paisaje, desde las cimas arenosas de los tepuyes hasta los bosques húmedos y las extensas sabanas doradas.
En los tepuyes prosperan plantas exclusivas de este territorio: Las bromelias del género Brocchinia (como Brocchinia reducta) una planta carnívora que obtiene nutrientes de insectos atrapados en su embudo; y las orquídeas Epidendrum y Cattleya lawrenceana se aferran a las rocas húmedas, sobreviviendo donde casi no hay suelo. A su lado, pequeñas Droseras, plantas carnívoras de hojas pegajosas, relucen bajo el sol con diminutas gotas que atraen a sus presas. Estas especies, forjadas para resistir condiciones extremas, son un claro ejemplo de la coexistencia entre fuerza y fragilidad en Canaima.
En los bosques tropicales y ribereños, árboles como el moriche (Mauritia flexuosa), la ceiba (Ceiba pentandra) y el jabillo (Hura crepitans) actúan como guardianes del ciclo del agua. Sus copas altas protegen el suelo del sol intenso, mientras que sus raíces sostienen la humedad que alimenta a innumerables insectos, aves y mamíferos; recordándonos que cada raíz, tronco y hoja cumple una función esencial en el delicado equilibrio de la selva.
En las sabanas, el paisaje se extiende en una sinfonía de tonos dorados y verdes. Entre las altas gramíneas crecen arbustos del género Clusia, helechos arborescentes (Cyathea) y flores silvestres que anuncian la temporada de lluvias. Aunque aparenta quietud desde la distancia, este ecosistema alberga una impresionante biodiversidad, integrando ríos, bosques y tepuyes en un sistema natural interconectado.
En Wakü Lodge, cuidamos nuestros jardines con el mismo respeto que nos inspira la naturaleza. Fomentamos el crecimiento de especies endémicas, observamos su florecimiento con las lluvias y celebramos la riqueza vegetal que nos rodea.
Fotografía: Saul Bretto