Las guacamayas escarlatas atraviesan el cielo en pareja, anunciando el inicio de un nuevo día. Los paujíes copete de piedra recorren los senderos húmedos en busca de alimento, mientras los loros amazónicos llenan el aire con sus llamados que se mezclan con el susurro del viento. Entre las hojas húmedas del bosque, el sapito minero se deja ver, símbolo de una vida que ha permanecido casi intacta por siglos.
Los monos capuchinos se desplazan ágiles entre las copas de los árboles; en las aguas rojizas cargadas de minerales, nadan los bagres siluriformes, mientras los insectos polinizan las flores que alimentan a aves y murciélagos. Cada forma de vida, ya sea visible o discreta, desempeña un papel esencial en esta selva vibrante.
Al caer el sol, los sonidos se transforman: grillos, ranas y aves nocturnas toman el relevo. Así transcurre la vida en Canaima, marcada por ritmos que desconocen la prisa.
En este entorno, Wakü Lodge se integra como una extensión del paisaje, permitiéndonos compartir con ellos, siempre que respetemos sus términos y recordemos que la selva les pertenece a ellos, y que nosotros somos solo visitantes temporales.
Aquí no basta con observar la naturaleza: es indispensable respetarla. Cada encuentro nos invita a reflexionar y a recordar que estamos en una tierra que alienta la vida en todas sus formas.
Fotografía: Alza